Cuando por curiosidad nos acercamos a los mayores para indagar ¿cómo debería ser la Biblioteca ideal para nuestra comunidad? Mirando a lo lejos uno de ello dijo: «Será, tal vez, como sentarse de nuevo al fogón, con los abuelos, para escuchar sus palabras, que nos guían desde siempre».

Nuestro territorio es el sistema montañoso litoral más alto del planeta y está ubicado al norte de Colombia. La precipitación anual es de unos 3.000 mm por año surtiendo la cuenca de 36 ríos. La UNESCO lo declaró Reserva de la Biósfera y Patrimonio de la Humanidad en 1979, dada la red de ecosistemas que albergan innumerables formas de vida y que son hogar de varias comunidades indígenas. Actualmente existen 23 solicitudes de consultas mineras y más de 100 en proceso de formalizarse; muchos de estos procesos son minería extractiva a gran escala, que además de alterar el clima y el ecosistema, han generado la intervención de actores armados detrás de intereses económicos afectando así la convivencia y los procesos culturales de los indígenas que habitamos en esta región del país.

Las palabras del Mamo

Esa noche sus palabras redundaron en nuestros oídos, como quien encuentra el conocimiento y se arriesga a quedar enceguecido con su luz, nos faltaron muchas visitas para entender que el concepto de Biblioteca en nuestra cultura no es nuevo y por el contrario va ligado al de «Territorio»; en este sentido, las bibliotecas son esos lugares de «pagamento» que guardan el código de la memoria, y que tal vez, más que memorias son rememoraciones y recreaciones que no se ven como elementos del pasado y por el contrario hacen parte de nuestro presente.

En nuestra cultura, el leer va ligado a los olores, a los sabores, al sentir el contacto de la piel con la tierra, a la comunicación con cada uno de los elementos del entorno, a la unión profunda con la naturaleza, al entender la forma de vida de cada uno de los seres con que se comparte el territorio y por lo tanto este acto también va ligado al escribir, al pensar, a observar cada uno de los rasgos de lo que nos rodea; en otras palabras, a la lectura de nuestra cultura, la de nuestro país, el continente y del universo entero. Es por ello que con la implementación de los servicios bibliotecarios en el Resguardo Indígena Kankuamo se ha hecho junto a la promoción de los libros, la promoción del entorno; es decir, la observación de rasgos distintivos de nuestras comunidades y a la preservación de los mismos.

Nuestra Biblioteca pública lleva por nombre «Kankuaka»; una palabra de nuestra lengua Kakachukua que traducida al español significa «Lugar donde se guarda, se crea y se recrea el conocimiento».

En palabras de la escritora científica Lynne Kelly, «el paisaje es ideal para ordenar, estructurar y fundamentar los sistemas de conocimientos». Razón tienen nuestros mayores al decir que la biblioteca es el territorio, porque en él se guardan los saberes milenarios de la tradición oral. Es por ello que una de las principales estrategias de nuestra biblioteca es el fortalecimiento del diálogo intergeneracional entre mayores, jóvenes y niños, y su relación con el medio ambiente, el conocer cada uno de los seres vivos que nos rodean y comprender el concepto de armonía y de equilibrio que nos enseña nuestra ley de Origen.

El antropólogo francés Claude Lévi-Strauss escribió hace medio siglo que la «sed de conocimiento objetivo es uno de los aspectos menos estudiado del pensamiento de las personas que llamamos primitivas». En esas palabras se resume la preocupación de los mayores por conocer cada uno de los detalles de su entorno: de las plantas, de los animales; incluso cuando a nuestro razonar —según una visión comercial— estos no impliquen ninguna utilidad para nuestro diario vivir; el comprender que cada ser desde una pequeña piedra, hasta el aire, mantiene el equilibrio del universo.

Aprender en el hacer, #KandurumaLab

«No es que aprendamos haciendo. Aprendemos haciendo y reflexionando sobre lo que hemos hecho» —John Dewey

Nuestra educación está orientada a garantizar la permanencia cultural, formando personas con principios y valores propios de la cultura y establecidos en la ley de Origen; impartiendo una enseñanza intercultural, integral y permanente donde prevalezcan los principios culturales, territoriales y del trabajo colectivo para el fortalecimiento de la identidad y la autodeterminación, articulados a la realidad del pueblo indígena Kankuamo.

Motivado por el interés de los jóvenes en lo audiovisual, comprendiendo que la lectura no es sólo descodificar signos y atendiendo a la responsabilidad del cuidado de nuestro medio ambiente iniciamos un MarketSpace,KandurumaLab, que es el laboratorio en el cual aprendemos combinando la actividad individual y la colectiva para generar proyectos.

Los contenidos son: la protección del territorio, el fortalecimiento de la tradición oral, el desarrollo sostenible, la seguridad alimentaria y el consumo responsable y la armonía con el ecosistema.

La metodología se basa en talleres donde se involucra a los niños y jóvenes a participar de manera activa en el propio proceso de aprendizaje a través de proyectos, utilizando estrategias como el juego siendo éste un mecanismo natural para despertar la curiosidad; visitas a los mayores para fomentar el intercambio generacional y caminatas por el territorio para comprender la importancia de su protección y cuidado.

Nuestra biblioteca verde

Tres años después de aquella primera conversación fuimos capaces de dimensionar las palabras del Mayor Saúl y viendo desde lo alto nuestra biblioteca, comprendimos sus sabias palabras; concluimos que el concepto de biblioteca verde va más allá de tener un edificio que separe los residuos sólidos, o que la energía venga de fuentes cien por ciento renovables sino que el verde debe reflejar esa manera en la que desde hace miles de años nuestra cultura conserva el territorio, en palabras del mayor «debe ser como el abuelo cuando se sentaba y al ver las nubes sabía la hora en que iniciaría la lluvia», las bibliotecas deben ser un reflejo del contexto, se deben a la comunidad, a la gente y el territorio debe ser esa guía porque finalmente el territorio es como esa gran biblioteca.

Esa noche soñamos con una biblioteca en la que al entrar oliera a hierba fresca, que ayudara a formar a nuestros jóvenes y niños, que valorara esos libros vivos que son los mayores, que tuviera tecnología sin renunciar a lo oral o lo escrito, y fue tan claro ese sueño colectivo que a los 6 meses era una realidad. De vez en cuando acudimos a los mayores; ésa fue la última noche en la que grupalmente recibimos aquella misión de llevar nuestro mensaje no solo a nivel local, sino a nivel nacional. El mayor suspiró y nos dijo: «Ya es hora de que caminen solos y le susurren al viento lo que han aprendido, les aseguro que se sorprenderán de lo lejos que van a llegar». Y mirando fijamente las llamas del fogón, nos dijo: «Desde el principio la Madre nos dejó en esta tierra para que junto a nuestros hermanos Koguis, Arhuacos y Wiwas cuidáramos de ella». Algunas semanas después, esas palabras servirían de inspiración a Santiago para su cortometraje, que ilustra lo que, además de la misión de promover la lectura, sería el objetivo de nuestra Biblioteca; ese día descubrimos que seríamos «Los guardianes de la Sierra».